29.1.09

INOCENTE Y NATURAL LECCIÓN DE SEXUALIDAD


Zaragoza, cinco de la tarde (hora taurina),suena la sirena como los clarines en el coso y abren las puertas del patio del Colegio Moliëre, Liceo francés y laico (aunque de izdas., cada uno es muy libre de educar a los suyos y pagar por ello la itinerata si se puede como le plazca). Sale como un miura o un vitorino de los toriles mi sobrina Ana, de 3 años, buscando en el tendido de la verja a sus yayos para que le den la merienda: sandwich (o "emparedao", en riojano) de paté o nocilla (según el día) y zumo o batido (según abastecimiento de la nevera) más una pieza de fruta al gusto.

Como el cierzo de mañolandia estos días no defrauda, en lugar de pasear hasta casa, toman la línea 29 de bus (allí son todavía buses anodinos, ni ateos ni creyentes) y la niña se sienta junto a una señora de mediana edad a la que deja cautivada con esos ojos de pícara lechuza sabionda y que dan pié a la mujer para entablar conversación con la niña.

Después del pertinente como te llamas y cuantos añitos tienes, la señora se interesó por el número de hermanos de la pequeña, a lo que ella respondió que era hija sóla, pero que iba a tener un hermanito que se iba a llamar Javier como su yayo.

Al llegar a este punto, la mujer se dirigió a la abuela de la niña interesándose por el estado gestacional de la madre de la cría y por el mes de embarazo, a lo que mi madre contestó que no estaba embarazada, que eran cosas de mi sobri.

Ana, sin inmutarse lo más mínimo y con la dignidad, soltura y didáctica, que ya quisieran para sí muchos ponentes, se lanzó a explicar que su papá todavía no había puesto la semillita a mamá, pero que ella, todas las noches, les recuerda que no se les olvide ponerse a la faena.

Toda esta clase infantil de sexualidad, acompañada por el característico tonito agudo de una voz infantil, hace que todo el autobús se implique en la tertulia y, al final, den palmas con las orejas. Vamos que si hay toro: piden dos orejas, el rabo y vuelta al ruedo.

Antes de bajarse la interlocutora le dice a la niña que recomiende a sus papás que, como a las plantas, tienen que poner mucha tierra buena y abonarla bien para que la semilla crezca (desconozco si mencionó la dosis de cariño, pero esa se la supone). Mi sobri asentía con la cabeza, a la vez que con firmes monosílabos y lo reafirmaba con esos pedazo de ojos que hablan por sí solos.

Todos los mayores se hacían cruces por la naturalidad y el desparpajo con el que los niños entienden y, a su vez, explican todo y la diferencia con modelos anteriores de educación cargados de misterios, tabúes y miradas sucias que hacen que se arrastren toda la vida.

Probablemente, si soy yo la que le acompaña en ese viaje desde el colegio, en vez de sus yayos, me muero de la vergüenza ante semejante espectáculo, pero seguramente los viajeros de esa tarde disfrutaron de lo lindo y yo todavía me estoy riendo desde que, la otra noche, llamó mi madre para contarme la última hazaña de mi sobri, que, como no podía ser de otra forma, además es mi ahijada (como en la Edad Media, mis sobris son como el Cid y yo su juglar contando sus batallitas)

Es innegable que de todo se aprende y que la mirada de un niño es la más limpia, inocente, pero la más sabia que existe y por eso no he podido resistirme a confirmároslo, por si alguien no lo tenía claro.

(Viene al pelo, además, sobre el tema de mi anterior post y, que conste que no lo he hecho con nocturnidad, premeditación y alevosía, sino que ha surgido así. Pero ¿a quién no le encantan estas sutiles y benditas casualidades?)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hay k ver parece mentira k cuanto mas pekeños somos mas listos y cuando nos vamos haciendo mayores nos vamos haciendo tontos(je,je)
Bueno tia hasta otra.
y k sepas k no digo esto por k sea tu sobri ,porke si no me hubiese gustado te lo hubiera dicho .

alegrias dijo...

jejeje,los niños y sus "cosas"; la mía me las ha hecho pasar...
Un abrazo