15.4.12

LOGROÑO: UN PROYECTO COMPARTIDO...POR FÍN.

Desde la agrupación de Logroño vemos los siguientes desafíos a los que nos tenemos que enfrentar:

1. EL AFILIADO. El hasta hoy mal denominado militante, que en fondo ha sido para la dirigencia un mero seguidor, hay que ofrecerle una posible reconversión a favor de un auténtico militante de un proyecto en el que él se vea útil, necesario y en el que sus aspiraciones de representación orgánica, institucional, social…etc, puedan ser desarrolladas. Hay que terminar con el compañero que sólo sirve para hacer bulto de vez en cuando en actos estatutarios o electorales. Nuestro objetivo es hacer ciudadanos de izquierdas librepensadores aumentando el grado de conciencia política. Se trata de iniciar un itinerario de compromiso a la medida de cada necesidad y voluntad, que emancipe a las personas, que las haga más autónomas y menos autómatas. Una organización que impulsa y promueve la formación y la acción, que favorece el tránsito entre pensar, decir, hacer.

2. CASA DEL PUEBLO/CAUSAS. Está claro que el papel histórico de las Casas del Pueblo tiene que ser otro, que en el caso de Logroño, como es sabido ni se tiene. En este sentido no estaría de más el darle una vuelta a este asunto pensando siempre en el costo económico. Posiblemente parezca ilógico pero a modo de ejemplo, son innumerables los chamizos de jóvenes, bodeguillas, sociedades gastronómicas, locutorios…etc, en los que las personas de la ciudad se reúnen. Identificar puntos en la ciudad haciendo visible al partido en mini Casas del Pueblo y por barrios no es tan descabellado dentro de un plan a largo plazo. Esas casas podrían ser espacios para el coworking político, abriéndose a todos los sectores que quieran cambios, que defienden sus derechos, que desean otro mundo y otra política y que sienten que es posible. Dotarlas de tecnología social, de recursos humanos y materiales para ser “ocupadas” por los nuevos mimbres de la sociedad.

3. REDES SOCIALES. Partimos de una afiliación en la agrupación de Logroño mayoritariamente madura, en la que las redes sociales y todo lo ciber le viene grande. Un objetivo vital pasa por combinar transitoriamente los instrumentos tradicionales con los nuevos en red. Tendremos que ir paulatinamente reconvirtiendo al militante y consiguientemente a la organización para que lo digital sea lo natural. El proceso de cambio reconfigurará el poder, que se obtendrá, no por el lugar que se ocupa en el organigrama, sino por el mérito y reputación que se gana y se reconoce en la organización red. Organizarse por objetivos y causas, no por galones y cargos. Y con nuevos formatos para nuevos retos. La política del futuro (y del presente) es móvil. Se trata de utilizar la tecnología para organizarnos, comunicar y construir valor de manera nueva y creativa.

4. CONSIGNAS O IDEAS. Tenemos que pasar de ser una agrupación complaciente y obediente con las consignas venidas desde un centralismo democrático, a tener voz propia. Necesitamos que los militantes sean productores de ideas en el que el debate y la toma de decisiones, sin caer en el asambleísmo, sea nuclear. Partiendo de esta forma de entender la política en el que la coherencia entre lo que se dice, acuerda y se hace sea una constante y barra la incoherencia o lo permanentemente esgrimido como “políticamente correcto” que tanto se ha dado pase a mejor vida. Desde esta praxis podremos reconectar -como nodos activos- todas los espacios de pensamiento progresista (hoy por descubrir en la ciudad), para organizar una auténtica revolución de las ideas.

5. DEMOCRATIZACIÓN. La ola democratizadora que remueve todas las aguas y sacude las compuertas orgánicas no ha hecho más que empezar. El centralismo democrático agoniza. Y la demanda de más participación, debate y decisión está en el epicentro de lo emergente. La política formal ofrece el momento decisivo cada 1.460 días, en una sola jornada electoral, sean comicios o congresos. Pero la gente quiere opinar y ser decisiva cada día. Ya no esperarán pacientemente. Quieren decidir activamente. Hemos pasado del examen de final de curso (elecciones) a la evaluación continua (democracia vigilante) y se debe abrir paso -con ayuda de la tecnología- a las encuestas, las consultas, los referéndums y las grandes elecciones abiertas a todos los militantes, simpatizantes y electores, en función del ámbito o tema a decidir.