
Hemos conocido por El País, éstos días, que un experto hacker, utilizando troyanos, sacaba toda la información de los discos duros de los ordenadores de las adolescentes y si no conseguía sus perversos fines, les amenazaba con emplear las fotos y vídeos de contenido sexual entre sus amistades.
El hecho, denunciado por una menor, al borde del suicidio y que había explicado, en una carta a su madre, la razón de su comportamiento, ha puesto la voz de alarma en un peligro más del mal uso, abuso o desconocimiento de los límites de internet, como de cualquier adicción a cualquier aparato o tecnología sin límite razonable.
El delincuente, haciéndose pasar por otra adolescente para ganarse la confianza de las chicas, les hacía ir colgando fotos y vídeos, cada vez más comprometidas que él hacía suyas y, cuando ya se identificaba y ellas no accedían a seguir con el juego, las amenazaba con difundir las imágenes a todos los contactos de las chicas, que previamente había obtenido con el virus troyano que les había introducido en su sistema. Gracias a la Brigada de Delitos tecnológicos o informáticos, se ha llegado hasta este energúmeno que, en primera instancia, había salido en libertad por culpa de otro juez incompetente.
Qué ingenuidad cuando pensábamos que lo más grave que nos podía pasar era que nuestra pareja se nos fuera con otra persona a la que había conocido a través de la red, aunque confieso que he empezado a contar con los dedos de la otra mano los casos que conozco de vecinos y conocidos. O esos casos, que nos cuentan, de que se quedan sin blanca por los juegos de azar o nos despluman el crédito de la tarjeta, porque hemos gestionado por internet la compra de entradas del último concierto de Bruce Springteen y nos han debido copiar la clave, etc.
No obstante, nos hemos enterado de otro peligro que se esconde tras las pantallas y monitores de nuestros ordenadores personales, el daño que se puede ocasionar a muchas personas, que no piensan lo mismo que los demás, y a las que se descalifica como personas o se desacredita profesional y/o políticamente. En esto, como en todos los demás terrores que nos atenazan, influye el saber medir y utilizar la herramienta que tenemos entre manos. El cuchillo, que mal empleado nos puede sesgar la yugular, es con el que hacemos los filetes en casa para alimentar a nuestra familia o el que nos hace las porciones de la tarta de cumpleaños.
Seamos un poquito consecuentes a la hora de juzgar las bondades y los malos usos de las "armas tecnológicas" que caen en nuestras manos y, sobre todo, sepamos utilizarlas en críticas constructivas, los que sepan o se sientan capaces, y los que sólo sepan descalificar que se abstengan de hacer uso de ellas, ni siquiera como "lectores mirones", para ver lo que opinan los demás y, en lo que pierden el tiempo, que mucho o poco, ganado o perdido, es de uno mismo y de nadie más. Porque va a resultar que también por él nos van a cobrar impuestos, directos o indirectos.
Un llamamiento a la cordura, señor@s, y no veamos gigantes donde sólo existen molinos de viento que, a pesar de los pesares, siguen moliendo buen grano (ideas),con el que hacer buena masa (la militancia), de la que salga buen pan (proyectos políticos) y que alimente a un electorado cada vez más hambriento de sabia nueva (lejos de líderes más que amortizados y que, muchas veces, no llegan a todo o no dan más de sí, porque ya se sabe que "el que mucho abarca, poco aprieta" y hay que saber delegar, en política, como en todo). Electores con hambre de nuevas propuestas, de ganas, de ansia de triunfo, de proyectos sabios para trabajadores y autónomos, para jóvenes y mayores, mujeres y hombres. Una buena hogaza que no dependa de que se queme o esté poco cocido el pan del vecino (la derecha), sino cuyo mérito radique en la calidad del nuestro.
Quizás entonces no tengamos que lamentarnos de que sólo deban favores los del PP y vayan a las mesas obligados por su clientelismo, de que la gente se vaya de vacaciones y no vote ni por correo (los que tienen ganas y sienten que su voto va a ser útil, hacen lo indecible) o de que la idea de Europa no haya calado.
No creemos una psicosis más, que sólo existe en la mente de algun@s.